Uno de los 75 años, más precisamente el 60, lo vivimos juntos.
El año 1992 fue el año en que el Arzobispo de Buenos Aires, card. Antonio Quarracino, me nombró párroco y me encomendó la parroquia de Santa Inés. Una nueva experiencia para mi vida de sacerdote. Es el año 33 de mi vida y 8º de sacerdocio. En ese tiempo, la vicaría Devoto, no tenía obispo vicario, y estaba como vicario zonal interino el padre Ramón Re, que siendo párroco de San Juan María Vianney me tuvo tres años de vicario parroquial. El párroco de santa Inés era entonces el p. Carlos Chávez.
Fue en diciembre de 1991 cuando me enteré de el nombramiento, pero recién el 15 de marzo siguiente me hice cargo de la parroquia. Ese sábado por la tarde, quería que todo salga bien. Desde la mañana preparamos las cosas necesarias. Elegimos lectores y guía de la misa, cantos, arreglamos los floreros, etc. Era una tarde de calor, todo estaba listo para comenzar, el p. Alois hacía de maestro de ceremonia, los ventiladores funcionaban a toda máquina. Luego del juramento y profesión de fe, comienza la liturgia de la Palabra. Cuando la lectora (Flora Suárez) va al albón descubre que la página se había cambiado por el viento del ventilador, nerviosa, no sabe buscar la que corresponde y
el P. Alois le dice: "lea esta", . . .
ella responde: - "no es esta" . . .
- "lea igual" - no , no es esta, como voy a leerla.
hasta que el padre se pone a buscar el texto correspondiente.
Siguiendo el rito, llega el momento de la entrega de los signos de la parroquia. Queriendo aprovechar al máximo las posibilidades, recibo también la campana "que llama a misa a la comunidad" y subo para hacerla sonar. Nadie entendía que pasaba y los sacerdotes presentes, muchos de mis amigos, se ponen a reír... Sin dudas hubo un hermoso recibimiento y un brindis completo en el patio. El martes, lo tomé como día de descanso y regresé a la tarde para compartir el te con el grupo de tercera edad, mientras comíamos una rica torta de queso, nos enteramos de la explosión de la Embajada de Israel y la muerte del vicario de Madre Admirable.
Fuimos conociéndonos, haciendo proyectos, discutiendo algunas cosas. Poco tiempo después fue nombrado vicario de Devoto Mons. Rubén Frassia. El padre Ramón Re, falleció los primeros días de junio de manera inesperada. Para la fiesta de San Camilo estaba en Buenos Aires el Superior General de la Orden, quien presidió la Misa esa tarde. Con algunas señoras, ensayábamos cantos para la Misa lo miércoles por la mañana. Por las tardes, visitaba las "Casitas de Oración", donde además de compartir el Evangelio y el rosario, tomábamos unos riquísimos te, en cada casa, más acompañado. Creo que en lo de María Rosa eran los más completos.
Para dar mayor seguridad al Sagrario, hicimos una puerta de seguridad en una fábrica de cajas de hierro y la colocamos decorándola con parte del frente de la puerta antigua. Con Leandro y gente de la marmolería de la vuelta, hicimos las columnitas y capiteles. Luego Manolo armó la lámpara colgante. Leandro, colocó la cartelera propia del grupo de tercera edad. Yo no estaba tan convencido, pero logró convencerme.
Para la fiesta de los 60 años, colgamos un cartel en el frente. Era el de las bodas de oro modificado. Cambiamos oro por diamante y 1982 por 1992. Luego de la Misa se sirvieron choripanes y tortas para todos, gratuitamente. Y vinieron todos los vecinos, aún los que nunca venían. Alguien guardó una torta en el horno (tal vez para llevársela a su casa, terminada la fiesta) y apareció varios días después. Igualmente se pudo comer.
Cuando preparamos el víacrucis pensamos hacer cada estación delante de una casa y pedirle a las familias que preparen en la puerta algo alusivo. Entre Leandro y Beatriz Castro salieron a buscar esas casas según el recorrido establecido. Las familias respondieron muy bien, muchos agradecieron que se les haya elegido, pero lo curioso fue que al llegar a la estación octava (si mal no recuerdo) no había nada preparado que indicara que era allí. Los organizadores tocaron el timbre, y salió el nieto de la dueña de casa diciendo que el era de otra religión y que no nos permitía pararnos en su puerta. La abuela, que era del grupo de tercera edad, no apareció más. Ese año, durante el viacrucis, yo quise llevar la cruz, por tener la edad de Cristo en su pasión.
La comunidad parroquial y barrial, respondió muy bien cuando murió Blanca, que trabajaba en la Parroquia haciendo limpieza, ella era viuda y tenía cuatro chicos en la primaria. Un sábado por la tarde, mientras en el patio festejaba su cumpleaños la hija mayor, ella tuvo un derrame cerebral. Alguien de los que estaban en misa, me llevó con su auto al Hospital Italiano para darle los sacramentos, murió tres días después, la velamos en la iglesia. Los fieles se ocuparon de darle de comer a los chicos. Los muchachos del barrio organizaron un partido para reunir fondos. Luego les conseguimos un subsidio de minoridad.
Para septiembre como de costumbre vinieron los de Bejar, para celebrar la fiesta de la "Virgen del Castañar" Solamente hice dos casamientos, uno de una pareja joven y el otro de gente del grupo de tercera edad. Bautismos, no recuerdo. Comuniones habrán sido alrededor de diez, la catequista era la Hermana Isabel. Me tocó despedir a unos cuantos hermanos que el Señor los llamó a su Reino. Recuerdo especialmente al que murió ahogado y cuya madre, que venía a diario, tan dolida, no volvió más.
Organizamos una novena de Navidad por las calles del barrio. Cada día nos reuníamos en una cuadra distinta y con la gente de ese lugar, rezábamos esperando al Niño Dios y bendecíamos la figuras del pesebre. Creo que fue ese año que la misa de gallo estuvo inundada por una lluvia torrencial. Para enero ya pensábamos en la Fiesta Patronal. Decidimos sacar en procesión a Santa Inés, que llevaba muchos años sin salir. Se armaron las andas, la llenó con flores, la Policía Federal nos acompañó con la Banda de Música, y presidió la procesión y misa, mons. Fernando Maletti, párroco de san Cayetano, ahora obispo de Bariloche. Terminados los festejos, comienzo a preparar las valijas para las vacaciones en Mar del Plata. Febrero lo extendí hasta el primer viernes de marzo, y cuando llego a la parroquia encuentro varios carteles, colocados estratégicamente por Presta, (secretaría, escritorio. comedor, puesta de la heladera) para que los viera indefectiblemente. En todos decía "llamar a monseñor Serra", y lo llamé. Me proponía un cambio de Parroquia. El cardenal te pide que vayas a San Lorenzo, pensalo y me contestas mañana. Al pensarlo dije: "que argumento tengo para decirle que no" si el lo pide, haya iré. El Domingo 14 de marzo al cumplir el año en la parroquia, les comunicaba mi partida. El sábado 20 celebramos la misa de despedida. Sin duda todos quedamos dolidos, pero la voluntad de Dios así los dispuso. Monseñor Rubén Frassia, presidió la misa y dio las explicaciones del caso a la comunidad. Sin dudas podré agregar algo más, nombrar a otras personas, las que mencioné es solo porque hacían al relato. Muchas otras están en mi corazón y muchas ya en la Casa del Padre, esto surgió en esta tarde, sin mucha reflexión y creo que alcanza para recordar el año sexagésimo de esta parroquia que cumple setenta y cinco.
Dios los bendiga y los haga crecer
Padre Ricardo Dotro el párroco de Santa Inés que duró menos en el cargo y tal vez el más joven de todos.